LOCURA

Al igual que El Mono, yo también estoy un poco decepcionado con el partido de la selección ante Francia.
El caso es que los primeros encuentros fueron ilusionantes, pero cuando llegamos a cuartos todo se va al garete.
Está claro que a partir de ahora el mundial me importará un pimiento (en realidad no soy muy futbolero), lo que significa que encajo a la perfección en las estadísticas de españoles que pierden interés en el campeonato del mundo después de la eliminación de nuestro equipo.
Lo mejor es tomarlo con humor, aunque le duela al torito bravo.

Odio el tipo de profesores que tienen tanta ilusión por impartir clases como la ilusión de un reo condenado a muerte por zamparse su última cena.
Pongamos por caso Relaciones Públicas y su profesor Luis.
Yo tenía curiosidad por saber qué son las relaciones públicas, algo que siempre me ha sonado a repartir flyers chulísimos a la puerta de una discoteca de moda.
Pues bien, Luis, este buen hombre, llegó un día de febrero, entró en clase sin prisas, con un aspecto que podría definirse como un Santa Claus metido a gigoló; no le acompañaba nada, ni métodos de enseñanza audiovisuales, ni apuntes para seguir el desarrollo de la materia, ni tan siquiera micrófono.
Pronto nos dimos cuenta de que aunque su voz era grave el volumen que imprimía era casi imperceptible, y esto no hubiera sido una grave contrariedad a no ser por un pequeño problemilla de dicción que le impedía terminar las palabras o pronunciarlas de manera inteligible.
También con demasiada prontitud caímos en la cuenta de que por su boca no iba a salir nada de gran contenido didáctico, por el contrario daba mucha importancia a sus experiencias personales: sus viajes, sus cacerías, su visión del mundo, sus empleos, sus comilonas, sus borracheras y muchas, muchas pilinguis.
Y qué curioso, al poco tiempo también nos dimos cuenta que otro de sus rasgos más visibles era un desbordado absentismo escolar. En múltiples ocasiones se acusa a los alumnos de hacer pellas con demasiada frecuencia (uno de los principales motivos de cateo), pero es que Luis gigoló no apareció ni un 40 % de las horas lectivas, y estoy siendo generoso.
Lástima que este año se jubile, lo podía haber hecho el año anterior. Por otro lado, nos ha asegurado que es norma en la facultad que todo profesor que se jubila otorga aprobado general a sus alumnos y él no va a romper este acuerdo tácito, aunque para ello habrá que pasar su examen y no hacerlo demasiado mal (entonces que alguien me explique qué es un aprobado general).
El curso que viene, cuando tenga que elegir las asignaturas optativas me guiaré por tres parámetros: el nombre de la materia, los horarios y sobre todo por el profesor que la imparta.

España está que se sale. Desde hace unos años tenemos unos figurones a nivel internacional fuera de toda duda.
El primero en despuntar fue Rodrigo Rato, un crack.
Aunque en 2004 se quedó sin la dirección del partido popular en favor de Mariano Rajoy, su gran amigo del alma J.M. Aznar le proporcionó la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Se cambiaría Rajoy por Rato tal y como están las cosas para el partido popular?
Por otro lado hace unos días, la antigua ministra de exteriores española, Ana Palacio, fue nombrada vicepresidenta del Banco Mundial (BM). Palacio es abogada profesional y una gran entusiasta del derecho internacional y las causas justas, como demostró en el consejo de seguridad de la ONU en 2003.
El FMI y el BM son organizaciones que persiguen fines similares. El primero promueve la cooperación financiera, facilita el comercio internacional y fomenta el crecimiento económico. El segundo proporciona asistencia técnica y financiera para todos los países en vías de desarrollo. Es decir, son recaudadores de impuestos a nivel mundial. Ambas instituciones están integradas por 184 países, casi la totalidad del mundo; y como sus decisiones afectan a millones de personas, los cargos más importantes son elegidos a dedo.
He nombrado a Aznar de pasada, pero este también es un figurón internacional.
Pues eso, que tenemos una delantera de peso que da miedo. Mejor dicho: acojonan.

A comienzo del cuatrimestre que acaba de terminar, me trazé un plan para aprobar la asignatura que más aristas y vericuetos he tenido últimamente: Economía.
No es una materia aburrida, ni le tengo miedo a las fórmulas, pero la sensación que me transmite es que por mucho que la estudie, siempre hay algo que escapa a mi control. Por eso, cada vez que me he examinado, a medida que leía las preguntas se me caía el alma a los pies.
Mi proyecto consitió en aprobar el segundo parcial para concentrarme después en la primera parte de la asignatura, que desgraciadamente suspendí en febrero.
Para ello fui a todas las clases, hice todas las prácticas y estudié por los apuntes y por el libro recomendado. Por suerte la estrategia dio resultado: saqué un cinco raspado (cosa que constituyó un éxito total) y me quité de encima la segunda parte del curso. Parecía que nada me podía parar, estaba lanzado y el plan se cumplía según lo previsto.
A partir de este momento sólo me separaba de mi objetivo los primeros nueve temas del curso, los cuales ataqué con todas mis fuerzas. Hubo un momento que los tenía masticados, rumiados y digeridos.
Y llegó el día del examen. Este se dividía en dos partes, una de desarrollo y otra tipo test.
En las preguntas a desarrollar me defendí con más intuición que lógica, y en la parte tipo test volví a tener la sensación de estar dando palos de ciego.
Lo peor de todo es que la puñetera asignatura provoca el efecto dominó, y me lo contagia a otras materias. De verdad, no puedo con la economía.

Este señor tan símpatico de la foto se llama Mahmud Ahmadineyad y es el presidente de Irán, un país que cuenta con 70 millones de habitantes y un grave desequilibrio de reparto de riqueza entre sus clases sociales.
Ahmadineyad llegó democráticamente al poder a mediados del año pasado apoyado mayoritariamente por las clases sociales más desfavorecidas.
En su campaña electoral establecía que retomaría el programa de enriquecimiento de uranio (una práctica que se utiliza tanto para desarrollar armas atómicas como para producir energía nuclear), cosa que no sentó nada bien a los políticos bienpensantes europeos y estadounidenses.
Después de amenazas (económicas y militares) por parte de la comunidad internacional, Mahmud, haciendo gala de una capacidad innata para la diplomacia, nos deleitó con joyas que salieron por su boca como: "El holocausto judío no exitió" o "Israel debe ser borrado del mapa", grandes medidas para rebajar la tensión.
Por otro lado, el programa nuclear iraní cumple todos los requisitos de la OIEA.
¿Cuál es la situación actual? Hace unos días EEUU ofreció sentarse a dialogar directamente a Irán, depués de veintiseis años de ruptura de relaciones diplomáticas por el asalto de la embajada estadounidense en Teherán a raíz de la revolución islámica que acabó con el régimen del Sha.
¿Cómo acabará todo este lío? Ni puñetera idea.
Todo este rollo viene porque con toda probabilidad sea una pregunta de examen en Relaciones Internacionales. Estaría muy agradecido de recibir la mayor cantidad de opiniones posibles. Gracias a todos.